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domingo, 8 de marzo de 2015

ZuritUA

El pasado jueves se celebró el acto de Investidura de Raúl Zurita como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante. Con motivo de este gran acontecimiento, el Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti, en colaboración con la Universidad de Alicante, además de con diferentes Universidades de Hispanoamérica, celebró un Coloquio Internacional llamado «Alegoría de la desolación y la esperanza: Raúl Zurita y la poesía latinoamericana actual».



En él, los asistentes pudimos disfrutar de diferentes conferencias, a través de las cuales nos acercábamos, cada vez más, a la obra del recién nombrado Doctor Honoris Causa, Raúl Zurita, poeta estrechamente relacionado con la desolación de Chile tras el Golpe de Estado de 1973.



Raúl Zurita Canessa es un poeta chileno (1950), cuya obra se ve marcada por el Golpe de Estado ocurrido en Chile el 11 de septiembre de 1973, tras el cual, el poeta fue detenido. En su obra se encuentra el elemento innovador que siempre se le ha otorgado. Sin embargo, según Teodosio Fernández (Universidad Autónoma de Madrid), no era la razón sobrevenida por el golpe lo que le había impulsado a escribir. Es el desamparo, y no las palabras que la expresan, la sensación que arraiga en la poesía su creación. Para Zurita, la agonía del lenguaje puso fin a la relación entre las palabras y el concepto que se les atribuye. Esto ayudaría a entender los títulos de los dos primeros poemarios. Empero, ¿cómo se puede encajar a alguien en el «proceso literario»?
Mario Benedetti identificaba la cultura con la revolución. Los intelectuales eran personas comprometidas contra las dictaduras que azotaban a las ciudades hispanoamericanas, al tiempo que la significación literaria perdía el sentido. Por tanto, el papel subversivo del escritor estaba condenado a desaparecer. Los escritores se veían forzados a elegir entre la revolución y la literatura, decantándose por la primera.
Chile no fue una excepción, y más con figuras como Pablo Neruda o Nicanor Parra, quienes se vieron afectados por el proceso. El país hispanoamericano era uno de los que más contribuía a lo que era denominado como «canción protesta», aunque no es fácil determinar la influencia de esto a la labor creadora de cada cual. Ello enfrentaría la creación chilena del pasado con la del futuro. El poeta comprometido es aquel que crea para dar una visión disgustada sobre la realidad que vive la sociedad.


En la obra zuritiana, esperanza y desolación caminan de la mano, Y tienen una relación de dependencia para poder existir en la producción del poeta chileno. La desesperanza es una enfermedad mortal que da rasgos de desolación en su obra. La pulsión poética es el arte de lo no dicho, definido así por Zurita. Exprimir a través del lenguaje la desolación ha sido siempre la función del poeta chileno homenajeado en sus poemarios. Una alegoría de la desolación y la esperanza para poder renombrar esa América sin nombre:

Canté, canté de amor, con la cara toda bañada canté de amor y los muchachos me sonrieron. Más fuerte canté, la pasión puse, el sueño, la lágrima. Canté la canción de los viejos galpones de concreto. Unos sobre otros decenas de nichos los llenaban En cada uno hay un país, son como niños, están muertos. Todos yacen allí, países negros, África y sudacas. Yo les canté así de amor la pena a los países. Miles de cruces llenaban hasta el fin del campo. Entera su enamorada canté así. Canté el amor:

Fue el tormento, los golpes, y en
pedazos nos rompimos. Yo alcan-
cé a oírte pero la luz se iba,
Te busqué entre los destrozados,
hablé contigo. Tus restos me mi-
raron y yo te abracé.
Todo acabó. No queda nada. Pero
muerta te amo y nos amamos aun-
que esto nadie pueda entenderlo.[1]

A lo largo de toda su producción, vemos un sueño de creación a través del lenguaje de un mundo nuevo. Una obra ambiciosa y fundacional, donde se escribe una historia nueva de América[2], refundada, esta vez, en el lenguaje. Se trata de una lengua que nos mate, pero que, al mismo tiempo, nos redima con la esperanza de la escritura[3]. Solamente la palabra afinca lo visible en las cosas:

Argentina, Uruguay y los países
chilenos del amor mío y desapa-
recido.
Por escaleras se sube de un país a
otro. Por ascensores se sube o por
aviones del amor que también baja
a las sombras y a veces sube.
Allí andamos tú y yo. Allí andamos
entre las abiertas fosas tú y yo    ha-
blándonos: ¿Me comiste?     ¿por qué
tenías hambre chileno me    comiste?[4]


Además, en los versos del poeta, vemos una relación estrecha de los paisajes que son descritos con lo que Zurita expresaba a través de sus palabras: «- Inmensas praderas se formaban en cada una de las arcadas, las nubes / rompiendo el cielo y los cerros acercándose»[5]. La imaginación poética reproduce la proyección de la producción poética. Los textos literarios muestran una localidad espacial, siguiendo las pautas impuestas por Bachelard (1884-1962)[6]. El texto de Zurita ocupa un espacio material y físico en la escritura. Y la simbolización temática de conceptos y expresiones también se encuentran presentes en la producción poética.
Los espacios más significativos en la obra zuritiana son el desierto, donde se proyecta la imagen de un sujeto social desolado- el sujeto poético busca la redención de ese espacio árido. El desierto sensibiliza la expansión; y es de esta manera cómo el pueblo chileno recupera su identidad. Por otra parte, mediante el espacio de la playa, el hablante proclama su sentimiento de desolación y desesperación, algo que se ve plasmado en la desesperación de un pueblo azotado por la dictadura. Las cordilleras, por otro lado, representan el desamparo, el dolor y el miedo. Y, por último, el cielo es representativo de un impulso ascensional.
Pero, ¿por qué es tan importante la geografía chilena, no sólo en la obra de Zurita, sino en numerosos autores? Según afirma Jorge Olcina (Universidad de Alicante), lo que más hay en la literatura es paisaje. Se trata de la formación de un sentimiento nacional a través de la poesía-geografía. Empero, ¿podría entenderse la literatura chilena sin la geografía de este territorio? La respuesta es no, ya que, a lo largo de la historia universal, podemos ver esas relaciones entre geografía y literatura. La geografía puede ser tomada como metáfora, como vehículo de creación, o como concepto de desolación y esperanza.
Además, la imaginación particular del agua permite el acceso a las profundidades del «yo». Zurita traslada al ámbito poético urbano el ámbito del espejo, al reflejo de una mirada. Su ojo poético regala al mundo una nueva perspectiva que permite ver el otro lado de las cosas que ahora aparecen en ese espacio de la urbe. El agua es materia misteriosamente viva donde se hallan las imágenes ocultas; es una naturaleza viva convertida en ciudad,  como bien afirma Eva Valero (Universidad de Alicante).


           

            Me resulta muy difícil reseñar tantas cosas que se dijeron a lo largo del coloquio, pero creo que se podría resumir de esta forma:
«Ver versos» es una actitud resumida anafóricamente ligada a Raúl Zurita, quien materializa dichos versos. La escritura de los versos es un proceso complejísimo que conocemos en la obra zuritiana. La importancia de esto es que la reflexión de Zurita, según el profesor José Carlos Rovira, es muy duradera y siempre va a estar y ser existente en la obra del autor: «Pero esas culturas sobre las montañas viven ya en mi corazón […] mis ojos lo verán en otros ojos, y lloraré». El espacio cultural está ocupado por Europa, y lo natural por América: «No pintamos el Juicio Final pero nos tocó el color de los desiertos, color que se refleja en nuestras caras». El «yo» contempla el fin de un mundo desde un punto de vista imaginario. El lenguaje agoniza y esos poemas son los poemas nuestros.






«Todo mi amor está aquí y se ha quedado. / - Pegado a las rocas, al mar y a las montañas. / - Pegado, pegado a las rocas, al mar y a las montañas.», Raúl Zurita.



[1] Raúl Zurita, Canto a su amor desaparecido, Delirio, España, 2015, pág. 11.
[2] América se inventa más allá de la inmensidad de su nombre.
[3] La escritura es algo que es finito, pero puede ser algo que conlleve a la esperanza en este mundo lleno de desolación. 
[4] Raúl Zurita, Idem, pág. 17.
[5] Ibidem, pág. 13.
[6] Filósofo, poeta, físico, profesor y crítico literario francés.