Hoy, cuando me he levantado, por supuesto sin trabajo, y mientras estaba desayunando, he visto unos reportajes en el programa matinal de antena 3, Espejo Público, que me han puesto los pelos de punta. Y no sólo se ha notado la reacción de rabia en la piel de gallina que se me ha quedado, sino en la contención de todo lo que tengo ganas de decirle a tantas personas que nos gobiernan.
Ya sabemos todos que España no está en su mejor momento; sin embargo, no se está subsanando el error desde la raíz. Es más, lo único que intentan estos "politicuchos" es pasarse las culpas unos a otros de la situación en la que estamos metidos; "-...que si usted debería haber hecho esto" "+...que si usted no me apoyó", conversaciones que no me parecen dignas de un Congreso de los Diputados, conversaciones que parecen estar más relacionadas con un partido de tennis que con la situación que está viviendo este país. Pero lo más triste de esta situación es que los "gobernantes" solamente piensan en su propia conveniencia, y sus intereses, cosa que me parece inadmisible en un país "desarrollado" como España, o ¿debería decir (sub)desarrollado?
No es normal que con el crecimiento económico que tuvimos en nuestros días de gloria ahora estemos cada vez más metidos en el fango de la pobreza. No podemos permitir que se emitan anuncios de "bocadillos imaginarios", y no porque no se necesiten, sino porque la pobreza no debería existir; al menos, no de ese modo.
Hoy, viendo este programa matinal me he dado cuenta de lo afortunada que soy en muchos de los aspectos de la vida. Tengo comida cuando abro la nevera, una familia que me apoya, y mis padres me han proporcionado estudios gracias a los cuales tengo una formación cualificada para cualquier trabajo, trabajo que por el momento no me llega; y no porque no lo intente, ni mucho menos. No he hecho otra cosa que echar currículums y más currículums en sitios donde, seguramente, lo habrán utilizado para dejar el café de la mañana.
Tengo la esperanza de todo esto cambiará, pero sólo será posible cuando volvamos a tener la humanidad que hemos perdido por culpa de la ambición.
Por el momento seguiremos luchando por algo que, aunque consideremos imposible, tendrá una recompensa todavía mayor de lo que creemos. Ya lo decía el Cid. Recuperemos la honra, el honor y las ganas de vivir; y si él ganó la batalla después de muerto, nosotros también lo podremos conseguir con nuestros ideales. Luchemos por una sociedad libre y justa con la clase trabajadora y emprendedora. Pero tenemos que luchar desde dentro. Que se oiga nuestra voz como se han oído otras tantas.
Todo esto se arreglará, sí; pero será posible cambiando el sistema.