Nicanor Parra ha sido, y sigue siendo, el mayor ejemplo del movimiento antipoético. Este año se conmemora el centenario de su nacimiento, y por ello el Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti (CeMaB) ha organizado, durante todo este curso académico, una serie de acontecimientos enfocados a la cultura chilena.
Hoy he tenido la suerte de asistir a la conferencia titulada «Hay Parra parra rato», impartida por la profesora María Nieves Alonso, y el profesor Mario Rodríguez. Ambos han hecho un recorrido crítico por la vida literaria del antipoeta por excelencia.
En primer lugar, María Nieves Alonso ha afirmado que, al igual que la «antipoesía» pretendía bajar a los poetas del
Olimpo, los críticos de la misma tienen obsesión por que ellos mismos bajen
del hogar de los dioses. Las creaciones antipoéticas del escritor chileno sufren un proceso de
desacralización del poeta; y por ello en el poeta vemos un paralelismo con la figura de Jesucristo, ya que hay un antes y un
después de su creación poética. La «antipoesía» cambia a través de sus construcciones poéticas: «Parra es capaz de matar la poesía», según Neruda.
Sin embargo, hay una relación
evidente entre Parra y la poesía anterior. La sacralización es el proceso más
estudiado por los críticos de esta época, ya que éstos viven un proceso de desacralización
del propio poeta; aunque María Nieves Alonso afirma: «Más que de desacralización, yo hablaría de humanización del
poeta».
Nicanor Parra humaniza la figura del poeta. Además, el antipoeta utiliza la «antipoesía» como método para crear. Se define al sujeto para definir este movimiento, donde hay un constante juego anafórico. Y aunque el consciente no es capaz todavía de asumir, de decir lo que percibe en ella, la ternura siempre está presente en las creaciones de Parra: «Humanización del poeta como un trabajador y contructor.»
La vergüenza y el aburrimiento están perfectamente ligados a este movimiento poético, debido a que la vergüenza es considerada un sentimiento revolucionario. Y estos dos términos hacen que la antipoesía esté en el proceso de humanización. Según el antipoeta chileno hay que humillar la poesía: «Si no se la ofende, hay que avergonzarla y humillarla en público.»
Mario Rodríguez, por su parte, ha afirmado que la poesía de Parra es
una poesía que desconcierta y distrae al lector español. Parra rechaza el
fenómeno o concepto de las oposiciones, de los binarismos. Es evidente el acercamiento de
Parra al lenguaje popular de la cultura popular.
El hombre imaginario
vive en una mansión imaginaria
rodeada de árboles imaginarios
a la orilla de un río imaginario
De los muros que son imaginarios
penden antiguos cuadros imaginarios
irreparables grietas imaginarias
que representan hechos imaginarios
ocurridos en mundos imaginarios
en lugares y tiempos imaginarios
Todas las tardes tardes imaginarias
sube las escaleras imaginarias
y se asoma al balcón imaginario
a mirar el paisaje imaginario
que consiste en un valle imaginario
circundado de cerros imaginarios
Sombras imaginarias
vienen por el camino imaginario
entonando canciones imaginarias
a la muerte del sol imaginario
Y en las noches de luna imaginaria
sueña con la mujer imaginaria
que le brindó su amor imaginario
vuelve a sentir ese mismo dolor
ese mismo placer imaginario
y vuelve a palpitar
el corazón del hombre imaginario
«Hombre imaginario», Nicanor Parra.
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