A lo largo de este comentario de texto, haré una
comparación acerca de las adaptaciones teórico-prácticas en la educación
impartida a adolescentes. Para ello, tomaré como referencia los textos Psicología evolutiva, Ausubel y Hanesian
(1990), Psicología evolutiva, A. E.
Woolfolk (2006); así como el texto de Rivas.
«¿La
buena enseñanza es una ciencia o un arte, una disertación centrada en el
profesor o un descubrimiento centrado en el estudiante […] Un buen profesor es
un buen explicador o un buen interrogador?»[1]
Todas estas preguntas las plantea Woolfolk en Psicología evolutiva (2006), pero
se las han ido haciendo, tanto psicólogos como profesionales de la
enseñanza, dando diferentes versiones sobre la misma.
La definición de educación y el cómo aplicarla es algo
complicado teniendo en cuenta, por ejemplo, estos factores:
En campos como el de la educación, el problema de la
generalidad es todavía más complicado por el hecho de que los problemas
prácticos a menudo existen a niveles de complejidad más elevados con respecto
al orden de la fenomenología involucrada, que los hallazgos de las ciencias
básicas que se pretenden aplicar […] y los métodos de aprendizaje que los niños
emplean para aprender por repetición listas de sílabas sin sentido en el
laboratorio no corresponden necesariamente a los métodos de aprendizaje que los
niños utilizan en las aulas para adquirir partes importantes de la materia de
estudio.[2]
Según
Ausubel, el aprendizaje es una capacidad de recepción que tiene el sujeto para
la asimilación de un nuevo material. Su contenido está bien organizado: en
secuencias, y con unas conclusiones. El conocimiento se adquiere a través del
lenguaje[3].
En su teoría, el aprendizaje se basa en lo general, pasando posteriormente a lo
específico: «A nivel aplicado, se agregan fines y condiciones específicos que
reclaman más investigaciones para indicar la manera precisa como operan las
leyes generales en el caso particular. Esto es, la aplicabilidad de los
principios generales específicos no está dada en el enunciado del principio
general, sino que debe hacerse explícita con respecto a cada problema individual.»[4].
Por el
contrario, Rivas afirma que:
La Psicología de la Educación (PE) tradicionalmente ha
tratado de lo particular de la Situación Educativa, haciéndola equivalente a la aplicación de conocimientos psicológicos y
pedagógicos, o también definida como la práctica
educativa. La forma de descender a esa práctica ha sido deductiva: de la teoría a la práctica;
del conocimiento general al particular. Pero las teorías y principios generales
no vienen directamente de la propia Psicología de la Educación, sino de otras
áreas (Psicología General, Personalidad, Diferencial, Social, etc.). De esa
manera, la SE es el escenario donde se vierten las aportaciones y principios
que vienen de otras áreas de conocimiento, y que se toman para explicar y
mejorar lo que acontece en el proceso E/A.[5]
Es decir, se basa en un proceso inductivo por parte del
sujeto; ir de lo concreto a lo general: «La propuesta viene del convencimiento
de que una metodología inductiva
puede plantearse como una alternativa en la construcción del conocimiento
científico que necesita la Psicología de la Educación. Con las cautelas que
sean precisas, con los esfuerzos y el tiempo por delante, entiendo que se trata
de adecuar lo que las ciencias han hecho en su génesis.»[6]
El paso de la teoría a la práctica se fundamenta, según
este libro, en «retroalimentar las tres instancias de conocimiento»:
Trabaja con la realidad en la que tiene lugar la
educación escolar, la Situación Educativa, y de esa realidad es necesario obtener datos, lo que conlleva la existencia
de un adecuado marco de fundamentación
teórica y una metodología que
respete la idiosincrasia de los datos, se aplique a una realidad acotada como práctica. La información así obtenida puede
ser capaz de retroalimentar las tres
instancias de conocimiento: la teoría, la metodología y la práctica. [7]
Por otra parte, según Woolfolk, «los psicólogos llevan
estudiando la manera en el que los niños piensan y sienten, cómo ocurre el
aprendizaje, qué aspectos influyen en la motivación y cómo la enseñanza afecta
al aprendizaje.»[8].
Siguiendo estas pautas, obtenemos dos puntos de vista
acerca de la manera de transmitir los conocimientos. Por una parte «un profesor
eficaz revisa, explica, verifica la comprensión y, en caso necesario, vuelve a
enseñar manteniendo siempre el nivel de dificultad y el ritmo de la forma
correcta, para lograr que los estudiantes continúen aprendiendo»[9].
Por otra parte, sin embargo, «otros educadores consideran que la característica
principal de un profesor excelente no es la capacidad de aplicar teorías, sino
la habilidad de ser reflexivo […] Así, la enseñanza es tan compleja que debe
reinventarse con cada nuevo tema y cada nueva clase. Los buenos profesores no
son “sabios en la tribuna” que arrojan conocimientos, sino “guías-compañeros de
sus alumnos”.»[10].
Teniendo en cuenta todas estas hipótesis acerca del paso
de la teoría a la práctica, ¿cuál sería el método más adecuado para obtener
mayores resultados, y con mejor calidad? En mi opinión, todo método es bueno,
siempre que se sepa utilizar bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario