«Realidad geográfica y literaria de Doñana»
Como
bien afirma Juan Villa[1], «El
paisaje es una realidad compleja donde se juntan lo objetivable y lo
subjetivable.». Pero, ¿qué hay de objetivo y subjetivo en lo que a geografía y
paisaje se refiere? Muchas de las respuestas que pueda tener esta cuestión se
nos dieron durante los días 10 y 11 de diciembre a un grupo de asistentes al
Seminario «Geografía y Paisaje en la literatura española e hispanoamericana», impartido
en el Centro de Estudios Iberoamericanos Mario Benedetti (CeMaB), en la
Universidad de Alicante.
A
lo largo de estos dos intensos días de conferencias, se nos introdujo en el
mundo geográfico y paisajístico, dando especial importancia a su influencia en
las letras y cómo las interpretaciones de las mismas han llegado a nuestros
días: «La geografía humana se convierte en un caudal para hacer investigaciones.»,
Jorge Olcina.
Desde el Descubrimiento del Nuevo
Mundo se da un salto fundamental de la creencia de que un nuevo territorio
estaría deshabitado al conocimiento, gracias a las Crónicas de Indias, de que
no era de ese modo. Desde entonces y hasta ahora, encontramos numerosos textos,
empezando por los Diarios de Colón,
donde el paisaje se hace presente y es protagonista de los mismos; en ocasiones,
dándonos una visión maravillada.
La
geografía y el paisaje es algo que siempre ha acompañado a las letras, dotándolas
de una visión descriptiva. Por ejemplo, en la generación del 98, según nos
cuenta Nicolás Ortega, el interés geográfico y paisajístico es algo fundamental
para entender las obras que se insertan en este período literario. Se produce
un acercamiento directo a la realidad geográfica que las enmarca, como podemos
ver en La voluntad de Azorín, por
ejemplo.
Vemos
en los escritores de este período un interés por los libros de viaje, donde los
escritores buscaban fuentes de información vívidas y valiosas para entender
ciertos aspectos paisajísticos y geográficos. Es una actitud que incorpora el
legado gineriano[2]
y su Instituto de Libre Enseñanza (ILE) en los autores del 98. «Paisaje y
paisanaje aparecen en todo momento estrechamente unidos.», Unamuno.
A lo largo de todo el seminario se
habló de temas varios, como los que han sido comentados a modo de introducción;
pero mi interés se centró, sobre todo, en la conferencia impartida por Juan
Villa y Juan Ojeda, donde el paisaje de Doñana (Huelva) se hizo presente en el
CeMaB.
El paisaje nunca debe ser entendido
como fronteras o líneas que una población tiene como tal; al contrario, el
paisaje es una realidad compleja donde se juntan lo objetivable y lo
subjetivable, dando paso a la armonía. En la lectura del paisaje se produce una
dependencia: «Doñana es a Juan Villa, lo que Juan Villa es a Doñana.», Juan
Ojeda.
Las
letras son algo que nos ayuda a viajar a través del tiempo y del lugar: «Del
paisaje del pasado sólo nos quedan palabras. Palabras que crean mundos.», Juan
Villa. Pero, ¿cómo se ha contado Doñana a lo largo del s. XX?
Hasta
ese momento, Doñana no existía; sin embargo, desde que se tuvo en cuenta, se
llevó a cabo una numerosa producción de literatura referida a este magnífico
paraje natural, teniendo en cuenta cuatro elementos:
En
el primero de ellos, vemos una Doñana como pretexto. Es la Doñana vivida, donde
se lleva a cabo la vivencia personal de lo narrado. Es una Doñana tenida como
referente intercambiable, donde los paisajes están al servicio de otros
elementos de la narración.
En
segundo lugar, existe una Doñana que es aún desconocida, donde encontramos autores
que, aunque conocedores de la misma, son ajenos al lugar[3].
Barrio Reina Victoria (Huelva), también conocido como Barrio Obrero, |
En
tercer lugar, encontramos la Doñana que se crea sin connotaciones. Sus autores
son nacidos en la zona, y viven en la periferia. Existe en ellos una intención
analítica y reivindicativa de una realidad donde está inmersa la importancia de
los humanos en la conformación de la Doñana actual: «Doñana es una asociación
de veras.». Las metáforas literarias amplían el horizonte de la mirada
geográfica. Pero, ¿qué significa hablar de pureza en Doñana? Su significado se
encuentra en la paradójica pureza de lo híbrido.
Y,
por último lugar, la puesta en práctica de la producción de una Doñana no
estereotipada.
Además
de esta conferencia, durante el congreso se impartieron numerosas ponencias:
«Lecturas históricas de los paisajes mediterráneos», Armando Arberola; «La
fascinación de los paisajes del Nuevo Mundo en la obra de los Cronistas de
Indias: la Historia Natural y Moral de José de Acosta», Jorge Olcina; «La
literatura mexicana y el paisaje, tres escritores de Jalisco», Manuel Mollá;
«Geografía y paisaje en la obra de la Generación del 98», Nicolás Ortega.
«Urdir paisajes. Del análisis a la producción de emociones», Juan Ojeda y Juan
Villa; «Héroes de la literatura hispanoamericana: «las sierras y las montañas y
las vegas y las campiñas y las tierras…».», Eva Valero; «El paisaje literario
de Chapultepec: la Arcadia perdida en la ciudad de México.», Víctor Manuel
Sanchís; «Paisajes para el romanticismo hispanoamericano.», Teodosio Fernández;
«Alonso de Santa Cruz y su «Islario general» (ca. 1550).», Rosa Pellicer; y «De
paisaje, geografía y literatura chilena; la obra de Raúl Zurita.», José Carlos
Rovira.
En
todas ellas la geografía y el paisaje estuvieron inmersas en las letras que
acompañan, día a día, a los amantes de las mismas, dando una visión histórica,
maravillosa, pero sobre todo, literaria.
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